La noticia de que Amazon ha suspendido sus entregas en Francia, ha corrido como la pólvora estos días en los medios de comunicación y las redes sociales. Una decisión de la multinacional que llegaba tras una sentencia judicial que la obliga a distribuir únicamente bienes esenciales como alimentos y suministros médicos. Si no sirve para ganar (más) dinero, ya no les interesa hacer negocio…
El paralelismo con la situación en el estado español es evidente. Aquí, todas las decisiones adoptadas por el Gobierno han ido encaminadas a proteger y privilegiar las grandes empresas dedicadas al negocio del comercio on-line. El caso de Correos, tal y como ya hemos dicho desde CGT, no ha sido una excepción: mientras se incluía la prestación del servicio postal universal como esencial para la ciudadanía, también se dejaba la puerta abierta para seguir trabajando los envíos derivados del comercio electrónico, bien mediante Correos Express o incluso las propias unidades de distribución de Correos.
A los responsables del decreto de estado de alarma les ha dado lo mismo penalizar claramente al comercio minorista y a l@s comerciantes de nuestros barrios, que suponen aproximadamente un 65% del PIB; primero, negándoles la posibilidad de vender sus productos por no considerarse esenciales, para después permitir la compra de estos mismo productos desde el comercio on-line. Esto se ha traducido en miles de pequeñas empresas cerrando y tiendas de barrio echando la persiana, mientras las multinacionales suben en bolsa o ven multiplicados sus beneficios. Y lo que es peor, a costa de la exposición de millones de trabajador@s a una mayor explotación, cuando no a unas condiciones de trabajo inseguras.
Mientras tanto, los directivos de estas empresas, como los de Correos, siguen cómodamente instalados en sus casas o encerrados en sus despachos para no verse expuestos al contagio. Ante esta situación, desde CGT tenemos claro que estamos en guerra; una guerra de clases que se libra en todos los frentes.